Cuando me miraba al espejo, a veces me parecía que era bonita y otras veces me parecía que no lo era, pero que sabía aparentarlo. A veces me daba la impresión de que si alguien se quedara mirando, si se acercara demasiado, se daría cuenta de la mentira y, como una camisa vieja, me vería las costuras mal hechas, los remiendos, las manchas, los rotos. Verse bien es cubrir todo eso que quedó mal hecho, esconderlo. Verse increíble es hacer que los demás se enamoren de esas cosas.