No preservamos nuestra soberanía a través del amor o el respeto hacia nuestras cortes, sino a través del poder. Si mi corte me viera así, debilitado por un señor Túmulo cualquiera, se preguntaría si debe reemplazarme y cuál de sus miembros sería el recambio perfecto. Ya ha habido dudas acerca de mi idoneidad como príncipe.