es también una invitación al relajamiento y al olvido, la ebriedad ofrece un terreno propicio para la reconciliación, ya sea con un amigo, con un hermano o con un pariente. En mi caso, la reconciliación filial no tuvo lugar ante una botella de sancerre, pero sigo convencida de que mi pasión por el vino ha sido una forma de reconectar con la vida