La justicia reparadora aspira a mantenerse a la misma distancia de dos extremos: por un lado, la venganza, que duplica el delito inicial mediante un acto equivalente, y por el otro, la impunidad total, que se funda en el postulado de que los individuos no son responsables de sus actos, sino que obedecen a fuerzas, económicas o psicológicas, sobre las que no tienen ninguna influencia.