bookmate game
Suzanne Collins

En Llamas

Avise-me quando o livro for adicionado
Para ler este livro carregue o arquivo EPUB ou FB2 no Bookmate. Como carrego um livro?
  • majosita456fez uma citaçãomês passado
    Peeta me abraza en su regazo, me tranquiliza, me mece con dulzura.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    Peeta abre una ostra y lo oigo soltar una carcajada.

    —¡Eh, mira esto! —exclama, y saca una perla perfecta y reluciente del tamaño de un guisante—. Ya sabes, si se ejerce la presión suficiente sobre el carbón, se convierte en una perla —le dice muy serio a Finnick.

    —Eso no es verdad —responde él, con aire desdeñoso, pero yo me parto de risa, porque recuerdo que así nos presentó Effie Trinket, que no tenía ni idea, a la gente del Capitolio el año pasado, antes de que nos conocieran: éramos como trozos de carbón que se convertían en perlas gracias al peso de nuestra existencia; la belleza que surgía del dolor.

    Peeta limpia la perla en el agua y me la da.

    —Para ti.

    La sostengo en la palma de la mano y examino su superficie irisada a la luz del sol. Sí, la guardaré, durante las pocas horas de vida que me queden la llevaré siempre cerca. Es el último regalo de Peeta, el único que puedo aceptar de verdad. Quizá me dé fuerzas en los últimos momentos.

    —Gracias —le digo, cerrando la mano
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    Me doy cuenta de que sólo una persona quedará herida sin remedio si Peeta muere: yo.

    —Yo —respondo—, yo te necesito. —Él parece enfadado y respira hondo, como si fuese a empezar un largo discurso, y eso no está bien, no está nada bien, porque empezará a hablar sobre Prim, mi madre y todo lo demás, y me confundirá. Así que, antes de que pueda hablar, lo silencio con un beso.

    Vuelvo a sentir lo mismo, lo que sólo había sentido en una ocasión, en la cueva, el año pasado, cuando intentaba que Haymitch nos enviase comida. He besado a Peeta unas mil veces, tanto en los juegos como después, pero sólo hubo un beso que despertase un cosquilleo en mi interior, sólo un beso que me hiciera desear más.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    —Podemos quedarnos tres cada uno, y los que queden vivos a la hora del desayuno ya decidirán sobre el resto —responde Johanna. No sé por qué, pero el comentario me hace reír un poco, supongo que porque es cierto. Al hacerlo, ella me lanza una mirada de aprobación. No, no de aprobación, aunque sí que parece algo satisfecha.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    —Voy a despertar a Peeta —digo.

    —No, espera, vamos a hacerlo juntos, los dos delante de su cara.

    Bueno, me quedan tan pocas oportunidades para divertirme en la vida que no tengo más remedio que aceptar. Nos colocamos a ambos lados de Peeta, acercamos la cara a pocos centímetros de su nariz y lo sacudimos un poco.

    —Peeta, Peeta, despierta —le digo en voz bajita y cantarina.

    Él abre los ojos lentamente y salta como si lo hubiésemos apuñalado.

    —¡Aaah!

    Finnick y yo caemos de espaldas sobre la arena, muertos de risa. Cada vez que empezamos a calmarnos, miramos a Peeta, que intenta mirarnos con desdén, y nos da otro ataque. Cuando conseguimos recuperar la compostura, se me ocurre que quizá Finnick Odair no esté tan mal; al menos, no es tan vanidoso ni creído como pensaba. En realidad, no está nada mal.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    —Bueno, parece que ya funciona —responde—. No pasa nada, Katniss. —Asiento, pero los sonidos no paran—. ¿Katniss? —Ahora es Peeta el que está preocupado por mí, lo que hace que la situación sea todavía más demencial.

    —No pasa nada, son sus hormonas —interviene Finnick—. Por el bebé. —Levanto la mirada y lo veo en cuclillas, aunque todavía jadeando un poco por la subida, el calor y el esfuerzo de traer a Peeta de entre los muertos.

    —No, no es... —empiezo, y me interrumpe una ronda aún más histérica de sollozos que no hacen más que confirmar lo que ha dicho sobre el bebé. Me mira a los ojos y le lanzo una mirada furiosa a través de las lágrimas. Es una estupidez que sus esfuerzos me fastidien tanto, lo sé. Sólo quería mantener a Peeta con vida; él ha podido y yo no, y debería agradecérselo. Y se lo agradezco, aunque también estoy furiosa, porque eso significa que nunca saldaré mi deuda con Finnick Odair. Nunca. Y así, ¿cómo voy a matarlo mientras duerme?

    Esperaba verle una expresión irónica o de petulancia, pero, curiosamente, parece inquisitivo. Mira a Peeta y me mira a mí, como si intentara averiguar algo, y después sacude la cabeza, como si quisiera despejarla.

    —¿Cómo estás? —le pregunta a Peeta—. ¿Crees que puedes seguir avanzando?

    —No, tiene que descansar —respondo. Me moquea la nariz y no tengo ni un trocito de tela para sonármela. Mags arranca un poco de musgo que cuelga de una rama y me lo da. Estoy demasiado destrozada para cuestionarlo. El musgo resulta agradable, absorbente y sorprendentemente suave.

    Veo un brillo dorado en el pecho de Peeta. Se trata de un disco que le cuelga de una cadena al cuello. Lleva grabado mi sinsajo.

    —¿Es tu símbolo? —le pregunto.

    —Sí, ¿te importa que usara tu sinsajo? Quería que fuésemos a juego.

    —No, claro que no me importa —respondo, obligándome a sonreír. Que Peeta aparezca en la arena con un sinsajo es tanto una bendición como una maldición
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    Cuando llegan a la arena, ayudo a llevar a Peeta a tierra firme.

    —Hola de nuevo —me dice, y me da un beso—. Tenemos aliados.

    —Sí, como Haymitch quería.

    —Recuérdamelo, ¿hemos hecho tratos con alguien más?

    —Creo que sólo con Mags —respondo, asintiendo con la cabeza hacia la anciana que nada con determinación hacia nosotros.

    —Bueno, no puedo dejar a Mags —dice Finnick—. Es una de las pocas personas a las que les gusto de verdad.

    —No tengo ningún problema con Mags —le aseguro—. Sobre todo después de ver la arena. Puede que sus anzuelos sean nuestra mejor oportunidad de conseguir comida.

    —Katniss quiso aliarse con ella el primer día —comenta Peeta.

    —Katniss tiene muy buen criterio —responde Finnick. Con una mano saca a Mags del agua como si no pesara más que un cachorro.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    —Recuerda, chica en llamas, que sigo apostando por ti. —Me da un beso en la frente y retrocede, mientras el cilindro de cristal baja para rodearme.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    Las sesiones de entrenamiento se han cancelado.

    —¿De verdad? —pregunta Peeta, quitándome la nota de las manos para examinarla—. ¿Sabes lo que significa? Tenemos todo el día para nosotros.

    —Qué pena que no podamos ir a ninguna parte —comento, melancólica.

    —¿Quién dice que no?

    El tejado. Pedimos un montón de comida, nos llevamos mantas y subimos al tejado a hacer un picnic. El día entero de picnic en el jardín de flores, con la música de los carillones. Comemos, nos tumbamos al sol, corto las vides que cuelgan y utilizo mis nuevos conocimientos para practicar nudos y tejer redes. Peeta me dibuja. Nos inventamos un juego con el campo de fuerza que rodea el tejado: uno tira una manzana y el otro tiene que atraparla cuando vuelve.

    Nadie nos molesta. A última hora de la tarde, tumbada con la cabeza sobre el regazo de Peeta, hago una corona de flores mientras él juguetea con mi pelo; de repente, se queda quieto.

    —¿Qué? —pregunto.

    —Ojalá pudiera congelar este momento, ahora mismo, aquí mismo, y vivir en él para siempre.

    Esta clase de comentarios, los que me dejan atisbar su amor eterno por mí, me suelen hacer sentir culpable y horrible. Pero estoy tan cómoda, relajada y más allá de toda preocupación por un futuro que nunca tendré que dejo salir la palabra:

    —Vale.

    —Entonces, ¿lo permites? —pregunta él, y noto por su voz que sonríe.

    —Lo permito.

    Sus dedos vuelven a mi pelo y yo me quedo dormida, aunque él me despierta para ver la puesta de sol. Es como una espectacular llamarada amarilla y naranja detrás de los edificios del Capitolio.

    —Me pareció que no querrías perdértela —dice.

    —Gracias —respondo, porque puedo contar con los dedos de la mano el número de puestas de sol que me quedan, y no quiero perderme ninguna.
  • Nayeli Cortésfez uma citaçãohá 12 dias
    —La han visto disparar —responde Peeta, sonriendo—. La verdad es que es la primera vez que la he visto disparar de verdad. También estoy pensando en hacer una solicitud formal.
fb2epub
Arraste e solte seus arquivos (não mais do que 5 por vez)