Cuando ella le preguntó por el tema económico, él le explicó que había decidido separarse de mí porque no tenía dinero ni para mantenerse a sí mismo, y que por lo tanto era impensable que pudiera mandarme nada a mí. Por lo visto, como a ella le pareció que aquella historia no tenía ni pies ni cabeza, le dijo lo siguiente:
—Sí, qué fácil, ¿no? Yo también, si todo el mundo lo aceptara de buena gana y me recibiera con una sonrisa, haría lo mismo, sin duda. Pero las cosas no funcionan así