Abril Castillo Cabrera

Hay más hermanos como yo. Hermanos que se creen padres de sus hermanos, padres de sus padres, que quisieran ser hijos pero no saben de quién

Además, comía chiles verdes a mordidas. Él era macho como la salsa. Mi papá decía que más bien ya no sentía el picor, a diferencia de nosotros. Que tenía la lengua muerta.

Cuando extendí mi mano y vi mi vida contenida ahí, sentí que algo se me moría. Que no podía dar marcha atrás. Que un día no me iban a alcanzar las manos ni los pies para cargar con todos mis años. La primera mano era el principio de eso.

Una familia es como un río.
El agua se contamina y va llegando a distintos cauces.
Si no lo limpias, cada generación se baña otra vez en el mismo río.

Mis recuerdos van cambiando conforme los imagino.

Todos llevamos una gota de veneno en la familia. Y otra gota que es la salvación

. El secreto está en la mirada, en ver a la alacraña y saber nombrarla: veneno o antídoto.

Cuando extendí mi mano y vi mi vida contenida ahí, sentí que algo se me moría. Que no podía dar marcha atrás. Que un día no me iban a alcanzar las manos ni los pies para cargar con todos mis años. La primera mano era el principio de eso

La magia se siente igual que la realidad

La escritura no implica aceptar. Registrar en tiempo real lo que te ocurrió no te acerca más a nada