Remitente y destinatario, leo y pienso que el mundo siempre se encuentra en vísperas de un 1 de septiembre, en las postrimerías del verano, con los anuncios en el periódico y el remoto estruendo de una guerra incipiente… La tarde del mundo, en la que nuestras sombras se alargan bajo el sol que se extingue, antes de que caiga la noche.