Àlex Guàrdia Berdiell

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    Para un científico, la ignorancia es un picor que se desvive por ser rascado a placer. Para un teólogo, la ignorancia es algo que hay que barrer inventando algo con descaro. Si eres una figura de autoridad, como el papa, lo harás meditando en privado y esperando a que se te ocurra una respuesta, que luego embadurnarás como «revelación». O quizá lo hagas interpretando —perdón por usar el término— un texto de la Edad del Bronce cuyo autor era aún más ignorante que tú.
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    Está claro que Pío XII expresa la esperanza de que meditar sobre la asunción de María haga más sensibles a los fieles respecto a nuestra dignidad común como familia humana. […] ¿Qué haría que los seres humanos fijaran la mirada en su fin sobrenatural y desearan la salvación de sus iguales? La asunción de la Virgen fue un recordatorio y un incentivo para tener más respeto por la humanidad, dado que la asunción no se puede separar del resto de la vida terrenal de María.
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    La Enciclopedia católica es un hervidero de jactanciosa sofistería. El purgatorio es una especie de sala de espera celestial en la que los muertos son castigados por sus pecados (se les «purga») antes de ser admitidos al cielo. La entrada de la Enciclopedia sobre el purgatorio enumera una larga lista de «Errores», citando las doctrinas equivocadas de herejes como los albigenses, los valdenses, los husitas y los segarelistas, además de Martín Lutero y Juan Calvino, por supuesto
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    Las pruebas bíblicas de la existencia del purgatorio son ingeniosas, por así decirlo, usando nuevamente el habitual ardid teológico de la analogía vaga y tramposa. Por ejemplo, la Enciclopedia dice que «Dios perdonó a Moisés y Aarón por su incredulidad, pero como castigo les barró el paso a la “tierra prometida”». Ese destierro se lee como una especie de metáfora para el purgatorio. Más horripilante resulta el asesinato que comete David contra Urías el hitita a fin de poder casarse con la bella esposa de este. El Señor lo perdonó, pero no le dejó irse de rositas, sino que mató al retoño nacido del matrimonio (2 Samuel 12:13 y 12:14). Quizá penséis que fue un poco riguroso con el pequeño inocente, pero según parece se trata de una útil metáfora para expresar el semicastigo que constituye el purgatorio, hecho que los autores de la Enciclopedia no pasan por alto.
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    ¿Cuáles son nuestros Problemas Insondables? ¿Qué preguntas van a resultarnos siempre imposibles de responder? A principios del siglo XIX, lo primero que se nos habría ocurrido es el modo en que la vida compleja surgió y se diversificó, pero no hay duda de que Darwin y sus sucesores ya dieron una respuesta. Supongo que las preguntas insondables que quedan son cosas de este estilo: ¿cómo crea la fisiología cerebral la consciencia del sujeto? ¿De dónde vienen las leyes de la física? ¿Qué fue lo que determinó las constantes físicas fundamentales, y por qué parecen perfectas para producirnos a nosotros? Y ¿por qué hay algo en vez de nada? El hecho de que la ciencia (todavía) no pueda contestar a estas preguntas da fe de su humildad. Es evidente que no significa que la religión sí pueda dar una respuesta. Puede que la ciencia resuelva estos Problemas Insondables durante el próximo siglo, o puede que no. Pero si no los puede dirimir la ciencia, incluyendo la ciencia de extraterrestres evolucionados sobrehumanos, no hay nada que los pueda resolver. Y la teología menos aún.
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    Pero lo más importante es que, aun cuando nunca pudiéramos llegar a entenderlos todos, nada puede alterar la premisa de que, por muy improbable que sea aquello que estás intentando explicar, postular un dios creador no te servirá de mucho, puesto que esa deidad necesitaría exactamente la misma clase de explicación». Por más difícil que sea explicar el origen de la simplicidad, el surgimiento espontáneo de la complejidad es, por definición, menos plausible. Y una inteligencia creativa capaz de diseñar un universo sería sumamente improbable, y requeriría con urgencia una explicación privativa. Tanto da que la respuesta naturalista al enigma de la existencia sea muy improbable, la alternativa teísta lo es aún más. Pero hace falta que la razón dé un salto valiente para aceptar la conclusión.
  • Sergio Castrofez uma citaçãohá 9 horas
    El hecho de que hombres y mujeres cuerdos puedan hacer el bien pensando en Dios no es una réplica válida, puesto que la fe les da malas razones para comportarse rectamente, aun habiendo buenas razones. Los cuatro planteamos estas ideas de manera muy recurrente, y a veces son recibidas con aprobación, otras con silencio sepulcral.
  • Sergio Castrofez uma citaçãohá 8 horas
    Pero la idea de que no se pueda demostrar les agrada, porque, de lo contrario, la fe no les sería necesaria. Si todo el mundo hubiera presenciado la Resurrección y supiéramos que fuimos redimidos por ella, viviríamos en un sistema de fe inalterable y habría que legislarlo. A los que no creemos en ello nos alegra mucho que no sea verdad, porque pensamos que sería un horror. Los que sí creen no quieren que se demuestre por completo para resolver todas las dudas, puesto que entonces no habría que lidiar con la conciencia. No habría noches oscuras del alma.
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    Lo que me fascina es que muchos trucos se parecen a los que usan los timadores, que emplean exactamente las mismas tácticas del argumento falaz, la incongruencia, incluso el abuso de confianza. Y tan pronto como empiezas a denotar que sospechas del timador, se enfada, se hace el ofendido contigo y te recuerda lo fantástico que es ensañarse con la fe. No son ardides nuevos; llevan evolucionando muchísimos años.
  • Sergio Castrofez uma citaçãoanteontem
    A esto me refería al decir que la doctrina atea exige coraje intelectual. Y moral. Como ateo dejas atrás a tu amigo imaginario, renuncias a la garantía reconfortante de una figura paternal celestial que te saque las castañas del fuego. Vas a morir, y cuando tus seres queridos mueran no los volverás a ver. No hay ningún libro sagrado que te pueda decir lo que hay que hacer, ni qué está bien y qué está mal. Eres un adulto inteligente. Debes afrontar la vida y las decisiones morales. Pero ese coraje adulto está revestido de dignidad, lleva la cabeza alta y afronta de cara la cruda realidad. No estás solo: la calidez de tus iguales y un legado cultural que ha dado como frutos no solo el conocimiento científico y el bienestar material que aportan las ciencias aplicadas, sino también el arte, la música, el derecho y el discurso civilizado sobre los principios morales. Puede haber un diseño inteligente de la moralidad y los valores para la vida a cargo de seres humanos inteligentes y reales, de carne y hueso. Los ateos tienen el coraje intelectual suficiente para aceptar la realidad como lo que es: algo maravillosa y sorprendentemente explicable. Los ateos tienen el coraje moral para vivir al máximo la única vida de la que van a disponer; para abrazar por completo la realidad, regocijarse en ella y, en definitiva, hacer cuanto puedan para dejarla mejor de lo que estaba.
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