Por otro lado –prosiguió, su voz tierna y baja–, si decides rechazarlo…
Cath parpadeó para contener la humedad de sus ojos.
–Entonces espero que no te ofenda si… –Jest vaciló apenas un instante. Había una nueva tensión en sus hombros, una inesperada inseguridad en la expresión de sus cejas– pasara a verte. O… a tu padre.
–Mi padre –susurró.
–¿Crees… que hay alguna esperanza de que tomara en consideración mi solicitud para cortejarte? Con todas las buenas intenciones que un pobre joker como yo pudiera tener.