Una obra que permite reflexionar sobre las personas que eligen no elegir. Aquellos que asumen un rol y todas las acciones y pensamientos que corresponden a ese rol, anulando cualquier duda, reflexión o deseo que en realidad se pueda tener. El señor Stevens
Siento que al leer “Klara y el Sol" pude sumergirme en un viaje emocional donde Klara se convierte en un símbolo de esperanza y sacrificio, tratando desesperadamente de encontrar una cura para Josie.
Lo que más impacta de esta historia es la forma en que Ishiguro explora temas universales como la fe, la conexión humana y el papel de la tecnología en nuestras vidas. A través de la relación entre Klara y Josie, el autor nos hace reflexionar sobre nuestras propias creencias y comportamientos. La búsqueda de una cura por parte de Klara nos recuerda el desesperado anhelo humano de buscar soluciones fuera de nosotros mismos, ya sea en la ciencia, la religión o la tecnología.
Sin embargo, lo más intrigante es cómo Ishiguro nos confronta con la realidad de que una vez que conseguimos lo que tanto anhelamos, a menudo olvidamos el sacrificio y el esfuerzo de quienes nos ayudaron en el camino. Esta idea resuena especialmente en un mundo donde la inteligencia artificial y la tecnología están cada vez más presentes en nuestras vidas, planteando preguntas éticas y morales sobre el uso y el impacto de estas innovaciones.
En resumen, "Klara y el Sol" es una obra magistral que no solo entretiene, sino que también desafía nuestras percepciones y nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la humanidad y el poder de la inteligencia artificial en nuestra sociedad moderna. Ishiguro una vez más demuestra su maestría en la narrativa, entregando una historia conmovedora y provocativa que dejará una marca indeleble en el corazón del lector.
Para empezar, "Klara y el sol" es la primera novela de Kazuo Ishiguro tras la concesión del premio Nobel en 2017, dicho esto, también advertir al lector que la historia es simple: una máquina humanoide de personalidad femenina, llamada Klara, observa el mundo desde el escaparate de la tienda donde se exhibe al potencial público comprador. Así de sencilla es la premisa, y es muchísimo más compleja de lo que parece.
Klara es una AA (Amiga Artificial) está diseñada para acompañar a los niños, mientras espera en el escaparate a un posible comprador, pasa los días contemplando el exterior en el que aún no habita, observa a los transeúntes, sus actitudes, sus gestos, su modo de caminar, y es testigo de algunos episodios que no acaba de entender, como una extraña pelea entre dos taxistas. Klara es una AA singular, es más observadora y más dada a hacerse preguntas; como sus compañeros, necesita del Sol para alimentarse y tiene claro su objetivo, esperar y acompañar cuando se le requiera.
Mucho o poco vamos a descubrir en esta novela sobre la tecnología que desarrolló las AA, sobre el mundo y su configuración en ese planteamiento, y es ahí donde se encuentra la fragilidad de esta novela, gusta, pero no encanta, porque la historia es sumamente fuerte, contemplativa y te invita a la reflexión, lo que le rodea, es un cabo suelto sin amarras u horquillas para sostenerse, nos encontramos un mundo pequeño, minúsculo, el de una AA que va en coche desde la tienda dónde se activó hasta la casa dónde vivirá el resto de sus días, viendo el resto del mundo, las más de las veces, únicamente desde el cristal de un coche.
Lo bueno, lo mejor y lo bello de este libro es que nos regala una deslumbrante parábola sobre nuestro mundo, su prosa llena de matices combinada con su increíble capacidad de simplificar lo complejo y explorar la esencia humana nos orilla a preguntarnos ¿Qué es lo que nos define como personas? ¿Qué es el amor? ¿Qué significa familia? ¿Se puede codificar un corazón? Las respuestas de estas preguntas están sujetas a la interpretación caleidoscópica de los matices humanos, pera una AA que todo lo ve conforme va sucediendo, es aún más distinto. Por cierto, ese final me dejó helado, para Klara no fue relevante, pero para nosotros no debería ser indiferente.
Para empezar, "Klara y el sol" es la primera novela de Kazuo Ishiguro tras la concesión del premio Nobel en 2017, dicho esto, también advertir al lector que la historia es simple: una máquina humanoide de personalidad femenina, llamada Klara, observa el mundo desde el escaparate de la tienda donde se exhibe al potencial público comprador. Así de sencilla es la premisa, y es muchísimo más compleja de lo que parece.
Klara es una AA (Amiga Artificial) está diseñada para acompañar a los niños, mientras espera en el escaparate a un posible comprador, pasa los días contemplando el exterior en el que aún no habita, observa a los transeúntes, sus actitudes, sus gestos, su modo de caminar, y es testigo de algunos episodios que no acaba de entender, como una extraña pelea entre dos taxistas. Klara es una AA singular, es más observadora y más dada a hacerse preguntas; como sus compañeros, necesita del Sol para alimentarse y tiene claro su objetivo, esperar y acompañar cuando se le requiera.
Mucho o poco vamos a descubrir en esta novela sobre la tecnología que desarrolló las AA, sobre el mundo y su configuración en ese planteamiento, y es ahí donde se encuentra la fragilidad de esta novela, gusta, pero no encanta, porque la historia es sumamente fuerte, contemplativa y te invita a la reflexión, lo que le rodea, es un cabo suelto sin amarras u horquillas para sostenerse, nos encontramos un mundo pequeño, minúsculo, el de una AA que va en coche desde la tienda dónde se activó hasta la casa dónde vivirá el resto de sus días, viendo el resto del mundo, las más de las veces, únicamente desde el cristal de un coche.
Lo bueno, lo mejor y lo bello de este libro es que nos regala una deslumbrante parábola sobre nuestro mundo, su prosa llena de matices combinada con su increíble capacidad de simplificar lo complejo y explorar la esencia humana nos orilla a preguntarnos ¿Qué es lo que nos define como personas? ¿Qué es el amor? ¿Qué significa familia? ¿Se puede codificar un corazón? Las respuestas de estas preguntas están sujetas a la interpretación caleidoscópica de los matices humanos, pera una AA que todo lo ve conforme va sucediendo, es aún más distinto. Por cierto, ese final me dejó helado, para Klara no fue relevante, pero para nosotros no debería ser indiferente.
Me gustan las historias que habitan lo cotidiano, y "Nunca me abandones" es una de ellas. A lo largo del libro, Kathy nos habla con un tono contenido, casi neutro, que vuelve inquietante la forma en que acepta su destino sin cuestionarlo.
Se centra por completo en su historia, su vida, sus sueños. Apenas si insinúa los horrores que existen en su mundo. “No sé cómo eran los centros donde estuvisteis vosotros, pero en Hailsham…”, dice, y en esa frase noto cómo la infancia que les ofrecieron como refugio sigue protegiéndola, incluso después de haber crecido y vivido rodeada del dolor de quienes, como ella, fueron creados para desaparecer.
Kathy no se detiene a hablar de lo agotador que puede ser su papel como cuidadora, pero comparte su pasado, sus dudas, sus sueños, sus arrepentimientos. De cierta forma, la vemos crecer como lo hicieron sus custodios, aprendiendo y a la vez ignorando lo que implica su existencia. Por eso, esa frase —“Pobres criaturas. Me gustaría tanto poder ayudaros.”— toca algo muy profundo, porque deja claro que, incluso con compasión, hay una barrera insuperable.
Me conmueve el punto de vista desde el cual se narra. Nos presenta a personas que se sienten cercanas, y eso hace aún más dolorosa la forma en que el resto del mundo las margina por su origen y su destino. Su inocencia me sorprende: a pesar de todo, ellos, absorbidos por el deseo de vivir, apenas logran ser conscientes de cómo los perciben los demás.
Se intuye que, dentro del horror general, tuvieron algo de suerte. Y esa suerte —esa burbuja llamada Hailsham— nos habla, por contraste, de quienes no la tuvieron. El libro no cuenta su historia, pero la sugiere. Queda a la imaginación del lector llenar ese vacío, y en ese hueco late un dolor más profundo.
La narrativa me atrapó. Una perspectiva distinta para conocer las costumbres y el impacto de la alta sociedad inglesa
Hay libros que más que una trama que tire en torno a la resolución de un conflicto, como suele suceder con mucha reiteración en el mundo occidental, son más bien vehículos para acompañar a una persona.
El libro versa sobre las cavilaciones de un anciano que a lo largo de menos de dos años, no sucede nada "extraordinario" simplemente la vida común de un abuelo cuyas problemáticas mayores son más bien cotidianas y detonan largas rememoraciones sobre el pasado.
Es una novela lenta pero altamente contemplativa, con mucha sutileza da para reflexionar en torno al choque del pasado con el futuro, la globalización, el arte, el honor, la familia, el sentido de lo que hacemos, etc. De una manera sumamente introspectiva.
Nuestro protagonista es un sujeto altamente introspectivo y sabio. El autor, sin duda, hizo un trabajo magistral para meternos en la piel de ese anciano ya que provoca empatizar con las personas de la tercera edad desde la compasión de lo que implica dicha etapa.
Si buscas un libro con un ritmo rápido y dramatismo quizás esté no sea la mejor elección; pero si te interesa una narrativa en que dé para contemplar la vida, sin duda está es una muy buena.
Es una buena historia. Si bien, al principio puede resultar tediosa la manera en la que está narrado, considero que eso es lo mejor del libro, Kath te cuenta sus recuerdos, sus sentimientos, sus ideas, sus pensamientos, sus sueños, sus arrepentimientos, como lo haría cualquier persona, cualquier ser humano.
Es una propuesta de ciencia ficción distinta.