De Puig (2012) comenta que el pensamiento crítico tiene unos rasgos distintivos. El primero es la fundamentación en criterios, entendidos como normas para hacer juicios y decidir qué es verdadero o falso, qué hacer y pensar, o no. Y los criterios, no lo olvidemos, nos llevan a la acción. El segundo es la autocorrección, entendida como ratificación del error como el punto de partida del descubrimiento que continuamente avanza poniendo en duda lo que ella misma descubre. Las preguntas sobre el método son un buen camino para practicarlo. ¿Cómo lo has sabido? ¿Es un hecho, una opinión? ¿Hay vacíos y silencios que aparezcan en lo dicho? El tercero es la sensibilidad al contexto. Las circunstancias marcan patrones, pero también diferencias. La realidad es compleja y los ejemplos y contraejemplos, los diferentes puntos de vista y las situaciones y soluciones alternativas son una buena manera de expresar esta sensibilidad.