La historia de la filosofía europea suele ser la historia de las ideas, de las visiones, las esperanzas y los miedos de hombres. Es también la historia de las ideas, las visiones, las esperanzas y los miedos de hombres que –en general– llevaron una vida excepcionalmente aislada, lejos de mujeres y de niños. «Prácticamente todos los grandes filósofos europeos fueron hombres solteros», escribió en 1953 la filósofa Mary Midgley1