Kolis, el entonces Primigenio de la Muerte, solía entrar en el mundo mortal. Los que lo veían se acobardaban y se negaban a mirarlo a los ojos. En una de esas ocasiones, vio a una preciosa mujer joven que recolectaba flores para la boda de su hermana. La mujer era Sotoria.
Kolis la observó y se enamoró de ella al instante. Estaba absolutamente cautivado y, al cabo de un rato, salió de entre los árboles para hablar con ella. Sotoria sabía quién era (por aquel entonces, los mortales sabían qué aspecto tenía el Primigenio de la Muerte, pues sus rasgos se representaban en pinturas y esculturas). La joven huyó y la persecución acabó con ella cayendo desde un acantilado.
A pesar de morir joven y demasiado pronto, Sotoria aceptó su destino, por lo que su alma llegó a las Tierras Umbrías, pasó entre los Pilares de Asphodel y entró en el Valle en cuestión de minutos después de su fallecimiento. No se demoró. Estaba en paz con la idea de comenzar la siguiente etapa de su vida.
Décadas después de su muerte, Kolis seguía obsesionado con traerla de vuelta a la vida y estar con ella. Eythos, el entonces Primigenio de la Vida, le advirtió de que no debería insistir en ello, pero su hermano no escuchó y, consciente de que el Dios Primigenio de la Vida tenía el poder para hacer lo que él quería hacer, Kolis encontró una manera de lograrlo.
Solo Eythos y él saben con exactitud cómo lo logró. El uno se niega a hablar de ello y el otro ya no está aquí para contarlo. Sí sabemos que involucró al diamante Estrella. Kolis logró cambiar de lugar y de destino con su gemelo. No obstante, el acto en sí tuvo repercusiones catastróficas, pues mató a cientos de dioses que servían en ambas cortes y debilitó a muchos otros Primigenios, e incluso mató a unos pocos, lo cual forzó a que la siguiente generación se elevara de la divinidad al poder Primigenio. También murieron muchos drakens, y el mundo mortal sufrió terremotos y tsunamis devastadores. Muchos lugares fueron arrasados y pedazos enteros de tierra simplemente se partieron para formar islas, mientras que otros se hundieron.
Historia de Kolis y Eythos