geógrafo Christophe Guilluy se mostraba muy crítico con esta situación al analizar el proceso: «Las metrópolis concentran a la mayoría de las clases más altas y controlan desde hace décadas la parte fundamental del empleo, la riqueza y las inversiones, tanto públicas como privadas. El ascenso de las grandes urbes, producto de la ideología dominante, se convirtió en dogma, en un horizonte infranqueable