Lo personal y lo político, aunque son interdependientes, no son la misma cosa. El reino de la imaginación es un puente entre ambos, que remodela constantemente a uno en función del otro. El rey filósofo de Platón lo sabía, y también lo sabía el censor ciego, así que no es de extrañar, quizá, que la primera misión de la República Islámica fuera borrar la frontera entre lo personal y lo político y, por lo tanto, destruir los dos.