Alrededor del año 3400 a. C., se había empezado a desarrollar un sistema de escritura en el que los escribas tallaban marcas en tablillas de barro. Mil años después estas marcas individuales habían pasado a tallarse juntas en pequeñas agrupaciones. Este sistema fue llamado cuneiforme —nombre que proviene de cuneus, palabra latina para ‘cuña’—, debido a la forma de cuña que tenían las marcas, producidas con junco.