Me gustas de muchas formas, pero sobre todo así, con cara de felicidad y ese resplandor de la vida que siempre me trastorna. No estoy hecho para querer en sueños, pero al menos sé reconocer la vida donde está; y creo que la reconocí aquel primer día en que, vestida de Deirdre, hablabas, por encima de mi cabeza, a no sé qué amante imposible.