John Berger escribió que la compasión no entra en el orden natural de las cosas, no tiene que ver con la supervivencia y por ende, cabría considerarla sobrenatural:
La compasión no tiene lugar en el orden natural del mundo, que opera sobre la base de la necesidad. Las leyes de la necesidad son tan inexorables como las de la gravedad. La facultad humana de la compasión se opone a este orden, y por consiguiente, es mejor considerar que hasta cierto punto es sobrenatural. Olvidarse de uno mismo, por más brevemente que sea, identificarse con un desconocido hasta el punto de reconocerlo, supone desafiar la necesidad, y este desafío, aunque sea mínimo y callado (…) entraña una fuerza que no se puede calibrar según los límites del orden natural. No es un medio y no tiene fin.