Orbital

"Decidí ser astronauta cuando estaba en el vientre materno", dice Roman en una sala llena de gente. "Antes de nacer, cuando tomaba oxígeno a través del cordón umbilical, cuando nadaba sin peso, cuando conocía el infinito porque acababa de salir de él, fue entonces cuando decidí convertirme en astronauta". Y la gente de la sala se echa a reír y aplaude como si hubiera contado un chiste, cuando en realidad ha dicho la verdad más clara que conoce.

¿ Cómo estamos escribiendo el futuro de la humanidad? No estamos escribiendo nada, el viento nos está escribiendo a nosotros. Somos hojas arrastradas por el viento. Creemos que somos el viento, pero sólo somos la hoja. ¿Y no es extraño que todo lo que hacemos en nuestra calidad de humanos sólo nos afirme más como los animales que somos? ¿No somos una especie tan insegura que siempre nos estamos mirando a nosotros mismos y tratando de determinar qué nos hace diferentes? Somos grandes seres curiosos e ingeniosos que somos pioneros en el espacio y cambiamos el futuro, cuando en realidad lo único que los humanos pueden hacer que otros animales no pueden es encender fuego de la nada. Eso parece ser lo único y, de acuerdo, lo ha cambiado todo, pero de todos modos. Estamos unos cuantos golpes de pedernal por delante de todo lo demás, eso es todo. Los chimpancés podrían hacerlo si nos observaran y aprendieran, y antes de que te des cuenta estarían reunidos alrededor de fogatas ymigrando a climas más fríos y cocinando sus alimentos

Una intoxicación; la droga nostálgica del espacio, que produce náuseas y nostalgia. El no querer estar aquí y querer estar siempre aquí al mismo tiempo, el corazón ahuecado por el anhelo, que no es en absoluto vacío, sino más bien el conocimiento de lo llenable que es.