Vivir, trabajar y crecer en familia

En las empresas familiares solo deben participar aquellas personas cuya pasión, misión, profesión y vocación sea la empresa familiar

pero ¿cómo saber cuál es tu propósito? Ubica el punto en donde confluyen tu pasión, tu misión, tu profesión y tu vocación. Tu pasión es lo que haces bien y amas hacer; tu vocación es lo que el mundo necesita y por lo que está dispuesto a pagarte; tu profesión es lo que haces bien y por lo que te pagan; tu misión es lo que amas hacer y el mundo necesita que hagas

Nadie puede dar lo que no tiene». Para dar lo mejor de uno mismo, hay que ser feliz. Mi papá nos decía con frecuencia: «Les recomiendo que cuando trabajen en algo, se diviertan, ya que es la única forma de hacerlo bien».

Alfonso Bolio señala con mucho tino que «a los hijos hay que prepararlos para la vida, no para la empresa»[2]

Si la empresa está bien, la familia estará bien; y si la familia está bien, la empresa estará bien. La institucionalización de tu negocio familiar no garantiza la realización de este círculo virtuoso, pero aumentará las probabilidades de que, la mayor parte del tiempo, la vida de sus integrantes transcurra con armonía

Es común que los consejeros externos participen con entusiasmo, valía y frecuencia al principio de su encargo, pero con el tiempo suelen disminuir sus aportaciones de valor. Resultará incómodo, entonces, pedirles que ya no asistan; también puede ser que ya no deseen participar y no sepan cómo decirlo. Para evitar esta inconveniencia, se recomienda que la invitación a los consejeros externos tenga vigencia; cuando hay un límite de tiempo —dos o tres años, por ejemplo— es muy fácil para las partes acordar la continuación o el término.

Como no hay una correlación entre genética familiar y competencia ejecutiva, si la selección del sucesor se realiza entre los miembros de la familia, se reduce la probabilidad de que la empresa cuente con la mejor persona para conducirla. Cada negocio tiene el derecho y la obligación de tener al mejor líder, sea o no de la familia. Por el contrario, es desastroso que alguien no preparado quiera manejar la empresa. El sucesor que se enfoca en «vivir bien» y olvida que debe trabajar duro para crecer la compañía, la quiebra.

La selección menos recomendada es «el dedazo» o el primogénito. La responsabilidad del sucesor no es ocupar la silla y ejercer el poder, tampoco el mantenimiento del negocio: el verdadero desafío es hacer crecer la empresa, aumentar la riqueza de la familia y la de los colaboradores

Es muy importante transmitir a nuestros hijos que en la familia gozan de amor, que se les quiere, que son aceptados incondicionalmente; pero en el negocio solo participarán aquellos que demuestren competencia profesional, los que den resultados. Un hijo puede ser el más simpático y el más querido de la familia, pero no el mejor trabajador

Formación del carácter, seguridad y autoestima
Una sucesión operativa exitosa se gesta desde la formación del carácter en la niñez. Propongo que enseñemos a nuestros hijos a concluir sus compromisos y a terminar sus trabajos con calidad, así se aumentarán las probabilidades de que sean excelentes ejecutivos cuando lleguen a la edad adulta. Vince Lombardi, un legendario entrenador de futbol americano, decía: «Los líderes no nacen, se hacen. Y se hacen como cualquier otra cosa, con trabajo duro» (Gómez Lovera, 2013)