Déjalo ir

Si sueltas un poco, obtendrás un poco de paz. Si sueltas mucho, tendrás mucha paz. Si sueltas completamente, alcanzarás la paz completa.
AJAHN CHAH

Soltar, en cambio, nos alivia de todo lo anterior. La mente se relaja y, libre de tensiones y de la energía que dedicamos a aferrarnos, sentimos una paz mucho mayor. Vemos las cosas tal cual son, despojadas de cualquier capa de miedo o ansiedad. Nos abrimos más al amor y a nuestros semejantes. Nos damos cuenta de que lo que buscamos cuando nos aferramos –seguridad, felicidad, alegría, paz mental– está ahí todo

que se alimenta el ego mundano: en especial, las posesiones materiales, pero también el hogar, comer en exceso, el bienestar, la sexualidad, las relaciones personales y la totalidad de los placeres sensoriales. La idea subyacente es que estas prácticas privan al ego –o yo falso– de todo aquello con lo que se identifica, matándolo de inanición, por así decirlo.

Todos ellos sustentaban la creencia de que, para avanzar en el sendero espiritual, es imprescindible renunciar a los apegos con los

A veces, no sabemos muy bien lo que sentimos, solo tenemos una sensación de malestar. En casos como estos, es útil hacer una pausa y escuchar al cuerpo, permitiendo que nos arribe cualquier sensación que esté ahí, ya sea física o de carácter más sutil. Y, al hacerlo, quizá descubramos que empiezan a revelarse emociones de las que antes no éramos conscientes

Así pues, en lugar de intentar cambiar lo que sentía, decidí hacer exactamente lo que me apetecía. En este caso, lo que quería era seguir mirando por la ventana, sin hacer nada. Pero ahora me sentía bien con ello

Así pues, el primer paso para soltar las sensaciones es permitirles entrar

De manera consciente o no, tememos que, si realmente entramos en contacto con nuestra ira, explotemos contra nuestro jefe o nuestra pareja, iniciando una cadena de eventos de los que luego nos arrepentiremos

Dado que las emociones tienden un puente entre nuestras realidades primarias y secundarias, poseen una atracción particular sobre nosotros, lo que hace que desprenderse de ellas constituya un auténtico reto. No podemos eludir la emoción. Si nos retiramos a la mente, la historia sigue ahí. Si tratamos de volver a nuestra experiencia presente, las sensaciones siguen ahí. Entonces

, ¿cuál es la clave para soltar las emociones