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José Reina

Sanidad para el Alma Herida

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  • Gina Gilfez uma citaçãohá 8 anos
    Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”. (Efesios 1:4,5).
  • walter anyaypomafez uma citaçãohá 4 anos
    el don inmerecido de Dios hacia los hombres”.
  • walter anyaypomafez uma citaçãohá 4 anos
    Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio
  • Joel enoc palaciosfez uma citaçãohá 5 anos
    Dios le dijo: “...Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9).
  • Melvin Diazfez uma citaçãohá 7 anos
    Sí, el Señor Jesús ofreció Su alma, a fin de que nosotros pudiéramos recibir sanidad para la nuestra. Sin duda alguna que Él experimentó cada lesión dolorosa sufrida por el alma del hombre.
  • Melvin Diazfez uma citaçãohá 7 anos
    Esta terrible profecía fue cumplida durante los eventos de la crucifixión de Cristo. Él no solo sufrió en cuerpo, sino que también su alma padeció. Fue desamparado por sus propios discípulos y rechazado de los judíos, su propia raza.
    Ellos se burlaron de Él, le arrancaron brutalmente su barba y abofetearon su rostro. Escupieron su rostro, le desnudaron públicamente y le sentenciaron a morir de la muerte más vergonzosa pronunciada sobre los criminales más terribles de la época, la crucifixión. Los líderes religiosos de aquel tiempo le escarnecieron en voz alta y en público, mientras Él en silencio sufría con dolor.
    ¿Qué más podría haberse hecho para hacer Su agonía del alma peor? Sólo una cosa. Verse abandonado por Su Padre Celestial. No podría haber una herida mayor para el corazón humano. Con todo, tenía que sufrirla. Ese era el precio que tenía que pagar por nuestros pecados.
    El corazón de Su Hijo no sólo fue quebrantado, sino que como Padre Celestial, el Suyo también lo fue. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El”. (2 Corintios 5:21).
    No alcanzamos a imaginar, cuán doloroso tuvo que haber sido aquel clamor surgido de los labios de Jesús, a medida que ascendía desde la tierra hasta el cielo: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?”. (Marcos 15:34).
    En realidad, cuando la lanza fue incrustada en el costado de Jesús, lo que salió fuera de su cuerpo fue más que solamente agua y sangre: “Por cuanto derramó su vida (alma) hasta la muerte...” (Isaías 53:12).
  • Melvin Diazfez uma citaçãohá 7 anos
    El escenario donde los agravios de Jesús comenzaron fue el huerto de Getsemaní:
    “Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera... entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste hasta la muerte. Quedaos aquí, y velad conmigo”. (Mateo 26:37,38).
    Las horas horribles que siguieron en el calvario fueron descritas por el profeta Isaías. Él dijo que el cuerpo de nuestro Señor sería azotado, y que por Sus heridas o llagas, nosotros seríamos curados. (Isaías 53:5).
    Creo que Él también sufrió en Su alma – para que nuestras propias almas fueran sanadas. Escucha estas palabras adicionales de la pluma del profeta: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho... por cuanto derramó su vida hasta la muerte...” (Isaías 53:11,12).
  • Melvin Diazfez uma citaçãohá 7 anos
    Cristo se refiere a Su gobierno sobre nuestra vida. Él no sólo quiere ser nuestro Salvador, sino también nuestro Señor y Maestro. (Si aún no lo hecho, te invito a aceptar a Jesús y entregar todas las áreas de tu vida a Él)
    Muchos cristianos sufren bajo el peso de un yugo que ellos mismos fabrican. Es el peso de una vida obstinada. Ellos han confesado a Cristo como Salvador. Desean ir al cielo cuando mueran. Sin embargo, no quieren someter su voluntad a nada ni a nadie; sólo desean hacer su propia voluntad en muchas áreas de sus vidas aquí sobre la tierra.
    Dios a veces nos deja seguir en nuestra propia voluntad a fin de enseñarnos una lección. Pronto descubriremos que es una trayectoria muy dolorosa. El andar en ‘la carne’ incluye muchas caídas trágicas. Cada una deja una cicatriz dolorosa sobre nuestras almas como ya hemos visto.
    Esa clase de dolor interior sólo puede ser sanado cuando nos volvemos, arrepentidos, a Jesús y le confesamos como el Señor de nuestras vidas. Entonces, y sólo a partir de entonces, descubriremos para nuestra felicidad, que Su yugo es liviano, como las plumas de un ave.
    3- Aprender de Él: Cuando venimos a Jesús como Señor, venimos a ser Sus discípulos. Un discípulo es uno que vigila, escucha y aprende de su maestro. ¿Qué es lo que podemos aprender de Jesús en relación a la sanidad de nuestras almas? ¿Acaso Jesús se halló en circunstancias donde su alma fue lesionada y herida? Y si lo estuvo, ¿cómo reaccionó ante tal dolor? ¿Cómo fue Su alma restaurada? Sabemos cuánto Jesús sufrió por amor a nosotros en su humanidad.
    El escenario donde los agravios de
  • Melvin Diazfez uma citaçãohá 7 anos
    Venid a mí los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso (restauración) para vuestras almas”. (Mateo 11:28,29).
    1- Venir a Jesús: Este es el primer paso para la sanidad de tu alma y corazón. Si vamos a cualquier otro lugar o procuramos otro recurso, seremos desilusionados. ¿A quién te vuelves en tiempo de necesidad?
    Él dice: “Venid a Mí...” Necesitamos ser perdonados y librados de la pesada carga de culpa y condenación. Es vital, entonces, que nos arrepintamos si es que deseamos ser restaurados.
    2- Tomar su yugo: El yugo de Cristo
  • Antonio Chavarriafez uma citaçãohá 8 anos
    “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:7). ¡Eres más que vencedor en Jesucristo!
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