«Un libro es como un espejo: si un mono se asoma a él no puede ver reflejado a un apóstol», escribió Lichtenberg. Cada quien aporta a la lectura lo que lleva dentro. Sin embargo, no todo mundo se atreve a distinguir sus reflejos interiores. Por ello, el Tarot y otros discursos de la suerte requieren de apoyo externo: alguien más lee las cartas. El celular, en cambio, no es un espejo interpretable. Recoge datos personales para transformarlos en ofertas. El lema de Delfos, «Conócete a ti mismo», es reescrito por el sistema operativo como «Te conozco». No consultas el nuevo oráculo para indagarte sino para confirmarte. Los estímulos propuestos se orientan hacia la autoafirmación, no hacia lo diverso.