Observé a unas amigas que cuchicheaban inclinadas sobre una mesa y luego se echaban a reír. Qué despreocupadas… En ese momento me invadió la certeza de que lo había hecho todo mal en la vida.
Si no me hubiera ido a Los Ángeles, habría podido venir aquí con Ezra.
Si no me hubiera ido, ahora no habría tocado fondo.