—No puedo parar, es así. No dejo de darle vueltas a la cabeza todo el día. No tengo botón de pausa.
De repente, Blake se levantó de un salto y me tendió la mano. Deslicé la mirada a lo largo de su brazo hasta llegar a su cara.
—¿Qué piensas hacer?
—Voy a ayudarte a apretar el botón de pausa —