Cuatro ensoñaciones de un paseante solitario

y yo escribo mis ensoñaciones sólo para mí

Aplicaré el barómetro a mi alma

e incluso me alejaría de mi objetivo, que es darme cuenta de las modificaciones de mi alma y de sus sucesiones

Pero en esta ociosidad del cuerpo mi alma sigue activa, todavía produce sentimientos, pensamientos, y su vida interna y moral parece haber crecido más aun por la muerte de todo interés terrestre y temporal.

Mi corazón se ha purificado en el cuenco de la adversidad, y al examinarlo con cuidado encuentro apenas algún resto de inclinación reprobable

Estas hojas no serán propiamente más que un diario sin forma de mis ensoñaciones. Tratarán mucho de mí, porque un solitario que reflexiona se ocupa necesariamente mucho de sí mismo. Por lo demás, todas las ideas extrañas que pasan por mi cabeza mientras paseo también tendrán su lugar aquí. Diré lo que he pensado tal y como me vino a la mente y con tan poca ilación como las ideas del día anterior suelen tener con las de la mañana siguiente. Pero de esto siempre resultará un nuevo conocimiento

Olvidaré mis desgracias

Consagro mis últimos días a estudiarme a mí mismo y a preparar con antelación las cuentas que no tardaré en rendir de mí. Entreguémonos por completo a la dulzu- ra de conversar con mi alma, ya que es lo único que los hombres no me pueden quitar. Si a fuerza de reflexionar sobre mis disposiciones interiores alcanzo a ponerlas en mejor orden y corregir el mal que allí pueda quedar, mis meditaciones no serán del todo inútiles, y aunque no sea bueno para nada en la tierra, no habré perdido por completo mis últimos días

Todo se acabó para mí en la tierra. Ya no pueden hacerme ni bien ni mal. No me queda nada más que esperar ni que temer en este mundo, y aquí estoy tranquilo en el fondo del abismo, po- bre mortal desafortunado, pero impasible como Dios mismo.

y soy cien veces más feliz en mi soledad de lo que podría ser viviendo con ellos