—Mírame, hija. —Alzo la vista esperando ver la derrota en su mirada, pero me lo encuentro tranquilo, sereno, aunque me hable con un susurro desgarrado por la pena—. Y escucha: no puedes salvarme. No podías salvar ni a tu madre ni a tu hermana ni a Elias. Sin embargo, puedes salvar al Imperio, porque corre un peligro más grave de lo que supone Marcus. Tiborum no tardará en quedar rodeada por las hordas bárbaras, y he oído que una flota ha salido de Karkaus y se dirige al norte de Navium. La comandante no quiere verlo, está demasiado obsesionada con destruir a los académicos y hacerse con el poder.