Fuego Del Paraí­So

Su vida matrimonial no transcurría normalmente: más que haber conseguido una mujer, le parecía haberse casado con una noble peligrosa a quien no podía derrotar mediante la guerra y cuyos espías parecían saberlo todo.

Bailó un buen rato al ritmo de los cánticos, pisoteando el sudor, desplegando su magia, hasta que todo el bosque empezó a darle vueltas y no pudo distinguir el cielo de la tierra.

El gesto de su sonrisa no era como el de Apolo, que dice: «Conócete a ti mismo, con eso es suficiente para tu corta vida»; la suya era más bien como un saludo, y parecía tener algún secreto que compartir.

Dicen que si uno se concentra en lo que desea, siempre se presenta la ocasión de que el deseo se cumpla