nuestras sociedades, entonces, los animales dejaron de ser necesidad, se volvieron capricho —pero seguimos viviendo entre animales. Solo que ahora son puro despilfarro, otro de nuestros lujos. O, quizás, una medida de muchas soledades: los perros sirven, sobre todo, como vectores de ese amor que tantos no saben a quién dar ni de quién recibir. Tratándose de amor, el negocio es seguro