problema llega cuando se ve diluida en un maremágnum de acciones cuya única efectividad real, a menudo, es satisfacer el consumo identitario en el mercado de la diversidad. Los talleres para hacer pizzas veganas, el pornoterrorismo, la confección de tapetes de ganchillo para los bolardos, las performances contra la tauromaquia o los cursos sobre sexualidad tántrica nos parecen estupendos, pero en general también parecen de un escaso arraigo en la vida cotidiana de la mayoría de ciudadanos.