Romancero gitano

El mar baila por la playa,

un poema de balcones.

Y el agua se pone fría

para que nadie la toque.

Sus ojos en las umbrías

se empañan de inmensa noche.

En los recodos del aire

cruje la aurora salobre.

Soledad, qué pena tienes!

¡Qué pena tan lastimosa!

Lloras zumo de limón

agrio de espera y de boca.

Soledad, ¿por quién preguntas

sin compaña y a estas horas?

Ni nardos ni caracolas

tienen el cutis tan fino,

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

Ni nardos ni caracolas

tienen el cutis tan fino,

ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo.

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.