El secreto del hijo

perdón hace saltar por los aires toda representación retributiva de la justicia.

Ley no es un cúmulo de prescripciones, sino que es sobre todo una Ley que sostiene el deseo, una Ley del deseo.

pecado del primogénito –como el del fariseo y, al fin y al cabo, como el de Edipo– es el pecado de considerarse puro.

uno puede prescindir del padre solo a condición de servirse de él.7

fórmula con la que Lacan sintetiza la cuestión de la deuda y de su resolución en la relación del hijo con el padre:

pisotea, a su manera, las normas formales del Derecho y de la Moral haciendo prevalecer la Ley del amor sobre la Ley en cuanto tal.

La Ley del padre parece caprichosa. Adán, por ejemplo, condicionado por el pensamiento seductor de la serpiente, piensa que el padre (Dios) quiere cerrarles el camino hacia la libertad, pretendiendo disfrutar de forma egoísta de sus bienes sin darles nada a sus hijos.

demanda no conoce límites porque se basa en el desconocimiento de la deuda.

consumo de los recursos, el de una demanda de libertad que pasa a través de la exigencia de bienes materiales,

a aplicación mecánica de la Ley –castigo– temida por el hijo, queda infinitamente suspendida gracias al amor del todo inesperado del padre. Frente a la ejecución inexorable del destino prevalece la fiesta del regreso. En el corazón de esta fiesta se sitúa la experiencia enigmática y abismal del perdón.