La revolución industrial inició una nueva etapa en la sustitución del trabajo humano por operaciones maquinales, o del empleo de obreros naturales por operarios artificiales, pero también en el debate acerca de las consecuencias sociales de la inserción de las máquinas. Se trataba, según algunos, de un útil más eficaz y poderoso para la dominación de la naturaleza y para la liberación, en consecuencia, de los trabajadores industriales. Se trataba, según otros, de un útil más eficaz y poderoso para la dominación de los propios trabajadores.