Además de estas desigualdades estructurales, el circuito de estrés del cuerpo puede activarse y conducir a una sobrecarga emocional traumática si una y otra vez se nos hace sentir mal por nuestras emociones, se niegan nuestras experiencias o sufrimos abandono o descuido afectivos. Este impacto puede producirse de una vez (a raíz de algún episodio como los mencionados antes), o bien acumularse lentamente en nuestro organismo sin que nos demos cuenta. Cuando no estamos en condiciones de procesar nuestras respuestas emocionales, estas se graban en nuestro psiquismo y en nuestras células, y pueden influir en nuestra manera de pensar, sentir y actuar durante años.