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Anna Roig

Sofía en el mar

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  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    Por su parte, él vestía un conjunto de saco sport azul marino y pantalones beige. Llevaba una camisa de rayas blancas y moradas que destacaban sus ojos azul eléctrico y su pelo, casi estratégicamente despeinado, que le daba un aire travieso, pero no le quitaba ni un gramo lo seductor.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    Sofía vestía una blusa de encaje negro sin mangas sobre un top color vainilla y una minifalda negra que destacaba sus piernas largas y bronceadas, que terminaban en unos zapatos altísimos de tacón, lo que las hacía parecer perfectamente esculpidas. Su cabello, largo y suelto, recordaba las olas del mar, meciéndose al compás de su caminar. Él la veía extasiado y le parecía salida de una pasarela.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    Sofía sonreía nerviosa mientras el color de sus mejillas inventaba un nuevo tono de rojo.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    No es que su amor fuera demasiado perfecto para ser real, es que era tan real que era perfecto.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    La carga emocional de entender con tal claridad que había encontrado a su alma gemela le debilitaba las piernas y aceleraba su respiración.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    —¿Cómo saberlo? —replicó pensativa
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    —Porque lo puedes sentir en cada átomo de tu ser. Porque es algo tan fuerte que no lo puedes negar. —No necesitaba pensarlo, hablaba por propia experiencia: la experiencia de que le estaba sucediendo ahí, frente a sus ojos, en ese preciso momento.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    —¿Cómo puede uno saber cuándo se encuentra frente al amor, al amor real? —Parecía buscar en sus ojos la respuesta.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    Nunca se podría acostumbrar a la profundidad en su mirada, aunque esta vez ya no se ruborizó; prefería hacer uso de su derecho a mirarlo de la misma forma.
  • Diana Jazmínfez uma citaçãohá 4 anos
    Cuando por fin llegó hasta él, su mano buscó inmediatamente su brazo y aunque sólo había pensado en tomarlo y soltarlo, se quedó prendida de él, con lo cual sólo pareció que estaba acariciándolo. ¡Y en verdad lo estaba haciendo! Él sintió su mano tibia y volteó hacia ella. En ese momento ambos sabían que tenían que decir algo, pero se quedaron ahí parados, deleitándose el uno en el otro. Decirse un simple “hola” estaba fuera de la cuestión, así que ambos se acercaron y se besaron en las mejillas.
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