ígueme escuchando: eso es lo que dirá, en el fondo, cada nueva carta que te envíe. Además, ¡qué bella palabra es «cortejo»! De tan bella incluso dudo de repente si en verdad existe o me la inventé. Pero sí existe. La digo en voz alta: «cor-te-jo», y su sonido me evoca imágenes de palomas picoteando sutilmente las ventanas en medio de tormentas de nieve, con esperanzas de entrar