El invencible

«No todo, ni en todas partes, es para nosotros»,

Rohan se levantó, las piernas le flaqueaban un poco. De repente se sintió ridículo con aquel lanzador Weyr arrebatado apresuradamente a un muerto, se sintió innecesario en aquella tierra de muerte perfecta, donde solo podían sobrevivir formas inanimadas para celebrar misteriosos actos, que no estaban destinados a ser vistos por los ojos de ningún ser vivo

Hacer propio el vacío, por qué no, pero no atacar aquello que existe, que a lo largo de millones de años ha creado su propio equilibrio, no dependiente de nadie ni de nada, más allá de las fuerzas radiactivas y de las fuerzas materiales, una existencia activa y dinámica que no es ni mejor ni peor que la de los compuestos proteicos llamados animales o seres humanos

Acaso tenemos que llegar a todas partes con una gran potencia destructora a bordo de nuestras naves para aplastar todo lo que contradice nuestra forma de ver las cosas? ¿

«Necrosfera… —pensó Rohan—. Ajá, porque los cristales no son seres vivos: no hay nadie como los científicos. Siempre están ahí para encontrar un nombre nuevo y atractivo…»