La búsqueda de interlocutor

bien podría aplicarse aquel canto a la encina de Antonio Machado:

Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
solo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.

No son los remedios tan simples, ni mucho menos. Como decía un amigo mío: «Lo más sospechoso de las soluciones es que se las encuentra siempre que hacen falta».

No hay que dividir los trabajos en brillantes u opacos, sino en llenos y vacíos, y siempre estarán vacíos los que hayamos inventado para exclusivo adorno de nuestra personalidad.

No le basta con consumir, quiere crear, decir lo suyo, nuevo o viejo

Esos que dicen que para ellos escribir es como para el obrero levantar ladrillos, están ofendiendo no solamente a la verdad, sino sobre todo al obrero

muchas personas que gozan escribiendo lo hacen mal

piénsese por ejemplo en Don Quijote, el alcance de cuyo testimonio social nadie creo que se atreva a poner en duda), el regodeo y goce de quien los escribió es casi palpable

A la literatura no se le puede fingir afición porque no lo soporta

Y con esto creo llegado el momento de aventurar una suposición que para mí tiene muchos visos de evidencia: la de que nunca habría existido invención literaria alguna si los hombres, saciados totalmente en su sed de comunicación, no hubieran llegado a conocer, con la soledad, el acuciante deseo de romperla.

La narración dentro de la narración es un recurso que se repite desde la más remota literatura hasta nuestros días