Si la metacomida anunciaba el desplazamiento del lugar de la gastronomía del restaurante al laboratorio, la comersación hace lo propio entre el laboratorio y lo que podríamos llamar el cocinatorio, esa suerte de espacio liminal en el que científicos, cocineros y comensales comen (y cocinan) sin jerarquías, «en igualdad de condiciones», para metabolizar el mundo conjuntamente.