Los poemas que habitan Estancias, hablan de la fugacidad de la vida, del torrente frío de la muerte y de la luz que todo ilumina.
Es una escritura donde hay momentos eróticos y caricias de lluvia, pero también silencios y nostalgias.
Son metáforas que se dibujan en el agua, imágenes trazadas en el desierto de la condición humana, ecos de música para expresar sensaciones y caminar por los versos con el aleteo del viento en el hondo palpitar del tiempo.
Incursiono por primera vez en este poemario con un lenguaje sencillo y directo, en el terreno de la prosa poética entendiendo esta como un recurso estilístico que puede estar en un relato pero que tiene también libertad para recrear los elementos formales que caracterizan la estructura de la poesía en un sentido tradicional porque siempre he pensado que entre ambas hay una línea oculta que las une: son intuición, conocimiento, ritmo vital, idea vertida, caídas y abrazos.
Estancias, toca estados de ánimo recurrentes en mi trabajo, donde escribir se vuelve una intensa necesidad de ser para encontrar una voz y tener un diálogo con el lector.
