Hasta cree que entiende ahora lo que Vera intentaba decir cuando hablaba de un abandono con bajeza: modificación sutil que entonces no comprendió del todo y que le pareció una redundancia. Recuerda que esa noche, y cada vez que se refería a aquel abandono, Vera hablaba de él como de una cita no cumplida, a la que atribuía una importancia crucial. Transformaba la cita, más allá del momento preciso en que la otra persona no había aparecido, en cifra de un desencuentro retrospectivo y total. Y entonces de nuevo se burlaba, se veía como parodia de otros desencuentros, como variante literaria. Había perdido tanto tiempo, le había dedicado tanta vida a alguien a quien posiblemente nunca quiso.