Reuniéndose, como lo hacen, una semana tras otra durante muchos meses, las mujeres que están en un grupo empiezan a experimentar una extraordinaria sensación de comunidad, que es alentada por lo que la propia técnica indica que hay que hacer: buscar explicaciones para cada parte de la historia personal de cada una desde el punto de vista de la dinámica cultural o social creada por el machismo, en vez de hacerlo desde el punto de vista de la dinámica individual, como se suele hacer en la terapia de grupo. Aunque existen muchas diferencias entre la autoconciencia y la terapia de grupo –por ejemplo, la primera no requiere ningún liderazgo profesional, y tampoco se produce a cambio de dinero–, la diferencia fundamental reside en este hecho: con la autoconciencia, una no busca explicaciones para sus problemas de conducta en la propia e intransferible historia emocional, sino en el hecho cultural del patriarcado.