Quería a Reva, pero ya no me caía bien. Éramos amigas desde la universidad, el tiempo suficiente para que todo lo que teníamos en común fuese nuestro pasado juntas, una compleja trayectoria de resentimiento, recuerdos, envidia, negación y unos cuantos vestidos que le había prestado que ella prometió llevar a la tintorería para devolvérmelos luego, pero que nunca volvieron.