La vida sumergida

No quiero seguir afirmando ni servir a un amo. Así que puedes largarte

Sí, esfuerzo... La palabra más significativa que conozco

sé que debo controlar la rabia y el odio, las pa­siones destructivas e improductivas que se apoderan de mí cada vez que le veo

con la intención de parecer un perro arrepentido tras un arañazo o un mordisco, y despertar en mí algún sentimiento de lástima. Ese tono servicial y complaciente me exaspera

Pero eso es algo que yo no sé hacer, dejar de pensar

Desde luego, resultaría mucho más sencillo dejar de pensar.

deseaba que concluyera la solemnidad de la celebración

Espero que sepa aprovechar la confianza que hoy depositamos en usted

la mínima, será encerrada como las demás

mirarnos con una displicencia que me resultaba familiar