El movimiento del cuerpo a través del espacio

ano? Me encantaría.
–Lo único peor que trabajar es no trabajar –declaró Griff.

Las emociones, como las opiniones, son un entretenimiento.

Es como si estuviéramos intercambiando los puestos, las máquinas se han convertido en personas mejores. ¿Qué nos queda? Convertirnos en máquinas mejores.

Uno se volvía humilde porque lo habían humillado. Envejecer era una experiencia a la que se sucumbía, y uno se adaptaba a las nuevas circunstancias no por astuto, sino porque no le quedaba más remedio. Así pues, adelante, saludaba una risueña Serenata a sus hermanos más jóvenes. Burlaos. De nuestro autoengaño, de nuestra vanidad, capaz de sobrevivir a todo aquello de lo que uno puede envanecerse. Ya os llegará la hora.

Creo que al nacer me equivoqué de generación. Ahora todo va de redención, ¿os habéis dado cuenta? Ganar dinero, luchar y volverse santo.

Me gusta la idea de comerme ese pastrami con queso suizo. Me gusta la idea de salir a correr ocho kilómetros a una velocidad moderada para que me entren ganas de cenar. Me gusta la idea de darme una ducha y hablarle a mi mujer de otra cosa.

Una no podía identificarse con los poderes del cuerpo sin identificarse también con sus deficiencias, e incluso con su fealdad, cuando esos poderes fallaban.

Cuando estaba en el instituto –dijo Serenata pasando de esas estúpidas bromas juveniles sobre músculos duros y grandes–, a los musculitos se los tenía por imbéciles. Ahora que la gente culta ha descubierto el atletismo, de repente el deporte requiere enormes capacidades cognitivas.

En una batalla contra el cuerpo, el cuerpo siempre gana.

A nadie le importa ya viajar a Italia antes de morir, o leer Moby Dick. Por Dios, creo que ya nadie quiere escribir una novela siquiera. Todo va de apuntarse cuanto antes a algún evento atlético extremo después del cual suponen que se sentarán a la derecha de Dios Padre.