Señor Harrison… —la profesora ya no sonaba tan molesta—, es bueno que llegue… —me asomé por el lado de la hoja—. Me he dado cuenta de tus excelentes calificaciones en tus materias, a diferencia de la señorita —me señaló con la cabeza y volví a esconderme—, sus calificaciones están por el suelo, así que ya lo decidí. Serás su tutor