'Amor mío, corazón de otro', 'La máscara de oso' y 'Cabeza quemada' me parecieron buenos cuentos, atrevidos, especulativos y oasis de horrores tremendos. Fueron todos consecutivos.
El resto de los cuentos me desorientaron por completo. Estoy consciente del estilo fragmentario y de flujo de consciencia de la autora, pero los argumentos dementes y la cripticidad con la que se desarrollaban no me daban tregua. Esto ralentizó la lectura y menguó mucho su disfrute.
Leí sus otras novelas y creo que el estilo de la autora se adecúa más al largo aliento que al breve, pues el primero presta más tiempo para lucir el imaginario y la experimentación de los autores. Aparte, en la novela el lector tiene más paciencia para develar misterios y descifrar voces. Encontré grandes frases como esta:
"Aquella noche se terminó con el abuelo dormido en su poltrona y la abuela quitándole los ropajes y las pelucas a los santos y las vírgenes. Cabecitas calvas. Cuerpos de tela, con manos talladas bellísimas. Sin partes pudendas. Como la abuela nos imaginaba a todas. Mami lloraba en su antiguo dormitorio y nadie sabía por qué mientras La tiita nos aseguraba que sobreviviríamos al fin del mundo. Promesas son promesas."
El libro evoca un sentido profundo de conexión con la naturaleza y el lenguaje, entrelazando imágenes de dolor, historia y creación artística. A través de referencias literarias y sensoriales, se explora la intertextualidad y la magia de las palabras, enfatizando la experiencia mística de escribir y la importancia de regresar a Ecuador.