Robin Hood, no. Robar para ayudar a los demás traspasa todos los márgenes porque atenta contra la propiedad privada con un trasfondo buenista abominable que alude a la redistribución de la riqueza y a la justicia social. Por el contrario, el Jordan Belfort ficcionado de El lobo de Wall Street, que fue interpretado en la película por Leonardo DiCaprio, sí que mola. Robar para comprarse cochazos caros, financiar tu afición a la prostitución y poder meterte clenchas de farlopa en cantidades escalables, eso sí que resulta un modelo de conducta al que da gusto aspirar.