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Leslie Wolfe

La chica del Lago Silencioso

  • tatianapinzonacevedofez uma citaçãoano passado
    Suspiró y, sin darse cuenta, tocó el lateral de la caja de cartón que había colocado en el asiento del copiloto con unos dedos largos, finos y helados que habrían enorgullecido a cualquier concertista de piano.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 11 horas
    Sin más opciones, se la colocó en la parte trasera en el cinturón y la llevó como la mayoría de los policías.

    Estaba casi en el vehículo, escuchando el relato de Elliot sobre cómo habían encontrado la cabaña de madera, cuando el agente Hobbs pasó junto a ellos y sonrió.

    —Buenos días, detective —dijo, mirándola.

    Una sonrisa involuntaria se dibujó en la comisura de sus labios. Le gustaba cómo sonaba eso.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    Al principio, no reconoció el cuchillo, fotografiado a través del plástico transparente de una bolsa de pruebas. Era un cuchillo de caza con un mango metálico de tres remaches, grabado con su nombre, Gavin Sharp. Debía de ser un regalo de alguien, quizá de sus compañeros de trabajo.

    Cerró los ojos, procesando cada implicación de lo que acababa de ver.

    El cuchillo con el que su padre había apuñalado a su madre seguía enterrado, oxidándose cerca de sus huesos, donde nadie sabía que se encontraba. Era un cuchillo de cocina con mango de plástico, no un cuchillo de caza grabado.

    Entonces, ¿cómo sabía Nick lo de su padre? ¿O no lo sabía? ¿Y de dónde había sacado el cuchillo de caza?
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    Se acercó y sacó algo del bolsillo, pero mantuvo la mano baja. Ella no pudo ver lo que era.

    —Cuando Jacob sea liberado, y espero que eso ocurra hoy, probablemente querrá volver a San Francisco, a su prestigioso trabajo en el FBI y al glamur de la vida en la gran ciudad.

    Asintió. No era algo en lo que hubiera estado pensando. Miró a Elliot, pero su expresión era impenetrable.

    —No puedo competir con eso —continuó el sheriff—, pero que me aspen si no lo intento. —Abrió el objeto que sostenía y dejó al descubierto una estrella dorada sujeta a un soporte de cuero negro de dos caras—. Espero que acepte quedarse y ser detective aquí, en Mount Chester, por un tercio de la paga del FBI y nada del glamur.

    Con los ojos muy abiertos, miró fijamente al sheriff durante un momento, luego alargó la mano, cogió la estrella de siete puntas y pasó la yema de un dedo por el brillante metal.

    —Dejaré que lo piense —dijo Logan, luego se llevó dos dedos al ala del sombrero en un rápido saludo y se alejó.

    —Bueno, detective —dijo Elliot, sonriendo.

    Estaba radiante, tan emocionado ante la idea de que ella se quedara que la hizo sonreír.

    —Todavía no —respondió ella—. Tengo que pensar en esto. Pero estoy lista para terminar aquí y subirme a un todoterreno que me lleve a la casa de Nick, donde dejé mi coche. Estoy muerta de cansancio, y creo que todas las preguntas ya han sido respondidas.

    —Todas menos una —dijo, mostrándole una foto en su teléfono—. El cuchillo de tu padre.

    Su corazón dejó de latir un instante.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    —Por eso a algunos no los pillan en años, o nunca. Se integran demasiado bien en la sociedad y nadie sospecha de ellos. Pero en algún lugar de su interior tienen un mundo totalmente distinto, alimentado por el trauma y la rabia, donde los valores cambian y la realidad se funde con impulsos retorcidos y fantasías homicidas. Se ven obligados a actuar en consecuencia, y lo hacen.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    Kay se quedó mirando el sol naciente, ardiendo a través de la niebla y prometiendo un cielo despejado. Sintió que el aire frío le rozaba el alma y se rodeó con los brazos, temblando y con los dientes rechinando. Elliot se quitó la chaqueta y se la puso sobre los hombros. Sintiendo el calor que desprendía, deslizó los brazos por las mangas.
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    Wendy Doyle, una turista de Phoenix, Arizona.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    Él la había matado.

    Una oleada de desesperación llenó sus pulmones y la dejó salir. El grito le abrasó la garganta mientras golpeaba la puerta con ambos puños.

    Nada más que el silencio respondió a su agonía.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    Él la había matado.

    Una oleada de desesperación llenó sus pulmones y la dejó salir. El grito le abrasó la garganta mientras golpeaba la puerta con ambos puños.

    Nada más que el silencio respondió a su agonía.
  • Claudia Blandinofez uma citaçãohá 12 horas
    Él la había matado.

    Una oleada de desesperación llenó sus pulmones y la dejó salir. El grito le abrasó la garganta mientras golpeaba la puerta con ambos puños.

    Nada más que el silencio respondió a su agonía.
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