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Livros
Kenzaburo Oé

El grito silencioso

«En este libro Kenzaburo Oé alcanza la plenitud de su talento» (René de Ceccatty).
El grito silencioso, una extraordinaria novela de Kenzaburo Oé, supuso un paso esencial en la consolidación de su singular mundo narrativo. La historia de dos hermanos, Mitsusaburo –«Mitsu»— y Takashi –«Taka»–, a la búsqueda de descifrar los complejos signos de un destino que anuda lo intransferiblemente personal a las determinaciones de la tradición y del linaje, arrastra al lector hacia un vértigo alucinado de acción y reflexión, que alcanza un movimiento espiral. Los hermanos viajan a la isla de Shikoku, tierra de sus orígenes, persiguiendo las trazas de un antepasado que cien años antes –justo cuando Japón emprendía su intempestiva modernización— había capitaneado una revuelta campesina; Taka, que se identifica con él, para emular su coraje lleva a los muchachos del equipo de fútbol que dirige a rebelarse contra «el emperador del supermercado». En esa cínica degradación del ideal por la que un hombre apuesta su vida y la de sus prójimos se esconde una de las claves de esta historia terrible. Las otras pueden hallarse en el ojo ciego de Mitsu, que ve lo que los otros son incapaces de apreciar; en la decadencia a la que se abandona su esposa tras el nacimiento de su hijo retrasado; en la violencia sorda y constante que atraviesa toda la narración, aun en sus momentos hilarantes, como un auténtico «grito silencioso».
Verdaderamente prodigioso en su capacidad de anudar mito e historia, alucinación y lucidez, irritación y ternura, anécdota y parábola, para señalar en un gesto casi desinteresado la enorme profundidad del pozo de locura que se abre bajo las existencias aparentemente «normales», Oé ha sido comparado por esta novela con Céline y Genet y, por supuesto, con Dostoievski. Todo ello por la visión en absoluto autocomplaciente que este japonés tiene de la historia y de la realidad de su país. Como afirma René de Ceccatty, el prestigioso traductor de Oé al francés: «En este libro Kenzaburo Oé alcanza la plenitud de su talento.»
425 páginas impressas
Publicação original
2025
Ano da publicação
2025
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Citações

  • martefez uma citaçãohá 3 anos
    Ese chico parece no sentir el frío, ¿verdad, Mitsu? Cuando le vimos en el templo llevaba ropa de verano —dijo mi mujer en voz baja, procurando que no le oyeran Takashi y los demás.

    —¡Ya lo creo que siente el frío, no tienes más que ver cómo tirita! Pero como quiere dar la impresión de que es un hombre estoico, muy superior a los demás, va en pleno invierno sin abrigo ni chaqueta. Ese detalle, por sí solo, no creo que bastara para que se ganase el respeto de la gente, ni siquiera en este valle, pero hay que añadir a ello su insólito aspecto y esa pose teatral con que parece ignorar a todo el mundo. Supongo que de ahí deriva su ascendiente.
  • martefez uma citaçãohá 3 anos
    Sus palabras demostraban que había percibido la existencia de algo en lo más hondo del alma de todos aquellos que han muerto presa de un miedo que no pudieron comunicar a nadie más.
  • martefez uma citaçãohá 3 anos
    El fra‍­ca‍­so de la gran‍­ja aví‍­co‍­la de ese grupo de jó‍­ve‍­nes cuyo jefe ha ve‍­ni‍­do a que el amigo de Ta‍­ka‍­chan les re‍­pa‍­re la ca‍­mio‍­ne‍­ta, es de lo más re‍­pre‍­sen‍­ta‍­ti‍­vo: se aho‍­gan en un vaso de agua. Dis‍­cu‍­ten por ton‍­te‍­rías horas y horas, y al final, cuan‍­do todo se ha ido al ga‍­re‍­te, pien‍­san con dis‍­pli‍­cen‍­cia que las cosas ya se arre‍­gla‍­rán solas. Un buen ejem‍­plo de lo que le digo es el su‍­per‍­mer‍­ca‍­do. Salvo la tien‍­da de li‍­co‍­res y ul‍­tra‍­ma‍­ri‍­nos, y bá‍­si‍­ca‍­men‍­te a causa de los li‍­co‍­res, todas las demás del pue‍­blo se arrui‍­na‍­ron por la com‍­pe‍­ten‍­cia que les ha hecho, pero los co‍­mer‍­cian‍­tes no sólo no reac‍­cio‍­na‍­ron, sino que hoy día casi todos están en‍­deu‍­da‍­dos con el su‍­per‍­mer‍­ca‍­do de una forma u otra. Es como si es‍­tu‍­vie‍­ran es‍­pe‍­ran‍­do que, por algún mi‍­la‍­gro, el su‍­per‍­mer‍­ca‍­do des‍­apa‍­rez‍­ca cuan‍­do no sean ca‍­pa‍­ces de hacer fren‍­te a esas deu‍­das y así nadie pueda exi‍­gir‍­les su pago. Un solo su‍­per‍­mer‍­ca‍­do los ha lle‍­va‍­do a un punto en que, en los vie‍­jos tiem‍­pos, su única sa‍­li‍­da hu‍­bie‍­ra sido mar‍­char‍­se del pue‍­blo, ¿sabe?

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